LA ESTRELLA DE BELÉN
No puedo evitar recordar aquel crepúsculo de Diciembre. La ciudad se vestía de tonos malvas y anaranjados y se podía vislumbrar el resplandor de las primeras estrellas, cubriendo el cielo lentamente, como si de diminutos diamantes se tratase, sostenidos en mitad del firmamento. Una de estas luces nocturnas destacaba sobre las demás por su intenso centelleo, como si quisiera llamar mi atención; ahí estaba un año más, justo donde la vi la última vez. Varios años atrás había observado que aquella misteriosa estrella sólo aparecía una vez al año, en Nochebuena. Hacia la medianoche, se difuminaba en el oscuro y helado cielo de invierno, dejando un, apenas perceptible, rastro de polvo púrpura en su lugar.
Muchos decían que se trataba de un planeta cercano o de un sol más aproximado que los demás, pero yo seguía pensando que no se trataba de ningún fenómeno de ese tipo; sabía que aquella estrella guardaba en su interior una gran magia y fantasía, lo que hacía de la Navidad una época llena de ilusión. Pero...¿Cómo una simple estrella podía causar tanta sensación en mí?... Me preguntaba una y otra vez, sin encontrar respuesta alguna. Poco a poco la curiosidad que me invadía se fue diluyendo, hasta que logré olvidarla casi por completo.
Después de una noche repleta de fiestas, bailes y gozos, llegó el momento de descansar. LAs tenues luces de las farolas eran lo único que iluminaba aquella avenida, larga y silenciosa a aquella hora de la madrugada. Rocé los fríos barrotes del protal, helándome la mano. Antes de entrar en casa, miré nuevamente al cielo. Todas las estrellas habían desaparecido, menos ella. Aún permanecía allí, solitaria y resplandeciente. Era la primera vez en todos estos años que se encontraba, tardíamente, en mitad de aquel azul marino intenso que arropaba a la ciudad. De repente, pude notar cómo su destello se acentuaba cada vez más, hasta parecer un estallido de luminosidad, que cruzó el cielo inesperadamente, dejando un rastro de luz, como antaño. Entonces me di cuenta realmente de qué estrella se trataba.
Muchos decían que se trataba de un planeta cercano o de un sol más aproximado que los demás, pero yo seguía pensando que no se trataba de ningún fenómeno de ese tipo; sabía que aquella estrella guardaba en su interior una gran magia y fantasía, lo que hacía de la Navidad una época llena de ilusión. Pero...¿Cómo una simple estrella podía causar tanta sensación en mí?... Me preguntaba una y otra vez, sin encontrar respuesta alguna. Poco a poco la curiosidad que me invadía se fue diluyendo, hasta que logré olvidarla casi por completo.
Después de una noche repleta de fiestas, bailes y gozos, llegó el momento de descansar. LAs tenues luces de las farolas eran lo único que iluminaba aquella avenida, larga y silenciosa a aquella hora de la madrugada. Rocé los fríos barrotes del protal, helándome la mano. Antes de entrar en casa, miré nuevamente al cielo. Todas las estrellas habían desaparecido, menos ella. Aún permanecía allí, solitaria y resplandeciente. Era la primera vez en todos estos años que se encontraba, tardíamente, en mitad de aquel azul marino intenso que arropaba a la ciudad. De repente, pude notar cómo su destello se acentuaba cada vez más, hasta parecer un estallido de luminosidad, que cruzó el cielo inesperadamente, dejando un rastro de luz, como antaño. Entonces me di cuenta realmente de qué estrella se trataba.
Isabel Mª Rivera Pérez 4º A