GLASEADO EN UNA FIESTA DE NAVIDAD
La Navidad... Calles con aromas a castañas asadas, chavales cantando con panderetas y zambombas los dulces y apacibles villancicos, árboles de Navidad adornados con bolas de cristal de diversos colores, espumillón rojo, azul, verde, oro y plata, con una estrella dorada que lo corona, Reyes Magos con defecto de carga en juguetes, pero generosos, llantos en los anuncios de las personas volviendo a casa por Navidad, risas incontrolables en Nochevieja, los magníficos y elaborados Portales de Belén, el llamado espíritu navideño... Esta era la fiesta de la que tanto había oído hablar y que por fin podría experimentar, eran mis primeras y últimas navidades y estaba ansioso por descubrirlas ya que mis amigos y compañeros no paraban de hablar de ellas, recalcando la hermosura de estas fiestas. Era el día de Nochevieja, gente con trajes muy elegantes, ilusión por todos los rincones de las casas, niños entusiasmados por tal acontecimiento... Me colocaron en una bonita y original cesta de mimbre adornada con una cinta de dibujos navideños. Estaba muy nervioso, hacía ya tiempo que había empezado este viaje y por fin estaba a punto de conocer mi destino. Por suerte la cena había concluido exitosamente, todos habían disfrutado de una preciosa velada en familia. Llegó mi momento, una mano dócil y pequeña me cogió, quitó con cuidad mi papel celofán y me partió en varios trozos. Me fui acercando a la boca hasta tal punto de dejar de existir, habían acabado mis primeras y últimas Navidades, las únicas que he tenido la suerte de vivir y disfrutar, pero que quedarán olvidadas en el olvido de cualquier recóndito lugar; porque la vida de los polvorones es así: dulce, laboriosa, corta... Y eso sí, muy muy intensa.
Ana Gutiérrez Aguilar 3º B
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