GANADORA MICROCUENTO DE NAVIDAD


LA ESTRELLA DE BELÉN



No puedo evitar recordar aquel crepúsculo de Diciembre. La ciudad se vestía de tonos malvas y anaranjados y se podía vislumbrar el resplandor de las primeras estrellas, cubriendo el cielo lentamente, como si de diminutos diamantes se tratase, sostenidos en mitad del firmamento. Una de estas luces nocturnas destacaba sobre las demás por su intenso centelleo, como si quisiera llamar mi atención; ahí estaba un año más, justo donde la vi la última vez. Varios años atrás había observado que aquella misteriosa estrella sólo aparecía una vez al año, en Nochebuena. Hacia la medianoche, se difuminaba en el oscuro y helado cielo de invierno, dejando un, apenas perceptible, rastro de polvo púrpura en su lugar.
Muchos decían que se trataba de un planeta cercano o de un sol más aproximado que los demás, pero yo seguía pensando que no se trataba de ningún fenómeno de ese tipo; sabía que aquella estrella guardaba en su interior una gran magia y fantasía, lo que hacía de la Navidad una época llena de ilusión. Pero...¿Cómo una simple estrella podía causar tanta sensación en mí?... Me preguntaba una y otra vez, sin encontrar respuesta alguna. Poco a poco la curiosidad que me invadía se fue diluyendo, hasta que logré olvidarla casi por completo.
Después de una noche repleta de fiestas, bailes y gozos, llegó el momento de descansar. LAs tenues luces de las farolas eran lo único que iluminaba aquella avenida, larga y silenciosa a aquella hora de la madrugada. Rocé los fríos barrotes del protal, helándome la mano. Antes de entrar en casa, miré nuevamente al cielo. Todas las estrellas habían desaparecido, menos ella. Aún permanecía allí, solitaria y resplandeciente. Era la primera vez en todos estos años que se encontraba, tardíamente, en mitad de aquel azul marino intenso que arropaba a la ciudad. De repente, pude notar cómo su destello se acentuaba cada vez más, hasta parecer un estallido de luminosidad, que cruzó el cielo inesperadamente, dejando un rastro de luz, como antaño. Entonces me di cuenta realmente de qué estrella se trataba.


Isabel Mª Rivera Pérez 4º A

Ganadora Microcuento de Navidad


¡ESTA NOCHE ES NOCHEBUENA!


Chusma, Cati y Popo son tres hermanos que viven en una casa en el campo. Están muy contentos porque esta noche es Nochebuena y toda su familia se van a reunir en su casa.

De pronto su mamá recordó que no tenían ningún adorno de Navidad y sin ellos la Nochebuena no sería igual.

Papá mandó a sus hijos a comprar los adornos, mientras la mamá y él preparaban la cena.

Chusma, Cati y Popo se ponen sus abrigos, sus gorros de lana, sus bufandas y sus guantes y salen a comprar a las tiendas. Está nevando y, por el camino, los tres hermanos se divierten haciendo muñecos de nieve y tirándose bolas. Cuando llegan, las tiendas están cerradas.

Pensaron que sus padres se iban a poner muy tristes al ver que no habían comprado ningún adorno de Navidad. Entonces a Cati, la hermana mayor, se le ocurre la idea de coger del campo piñas, ramas, piedrecitas, hojas de color rojo, amarillo y verdes.

En casa haven estrellas con papel de plata, y lazos con trozos de tela roja; y adornan la casa con todo.

La familia se queda asombrada al ver lo bien que les ha quedado. ¡Qué adornos más bonitos! dicen los tíos y los abuelos. La mamá muy orgullosa les explicó que los habían hacho sus hijos.- ¡Son mucho mejores que los que se compran en las tiendas!

- ¡Qué bonita está la casa! ¿Cantamos un villancico? Y todos cantan...


Laura Varo González 2º D

Ganadora Microcuento de Navidad


GLASEADO EN UNA FIESTA DE NAVIDAD


La Navidad... Calles con aromas a castañas asadas, chavales cantando con panderetas y zambombas los dulces y apacibles villancicos, árboles de Navidad adornados con bolas de cristal de diversos colores, espumillón rojo, azul, verde, oro y plata, con una estrella dorada que lo corona, Reyes Magos con defecto de carga en juguetes, pero generosos, llantos en los anuncios de las personas volviendo a casa por Navidad, risas incontrolables en Nochevieja, los magníficos y elaborados Portales de Belén, el llamado espíritu navideño... Esta era la fiesta de la que tanto había oído hablar y que por fin podría experimentar, eran mis primeras y últimas navidades y estaba ansioso por descubrirlas ya que mis amigos y compañeros no paraban de hablar de ellas, recalcando la hermosura de estas fiestas. Era el día de Nochevieja, gente con trajes muy elegantes, ilusión por todos los rincones de las casas, niños entusiasmados por tal acontecimiento... Me colocaron en una bonita y original cesta de mimbre adornada con una cinta de dibujos navideños. Estaba muy nervioso, hacía ya tiempo que había empezado este viaje y por fin estaba a punto de conocer mi destino. Por suerte la cena había concluido exitosamente, todos habían disfrutado de una preciosa velada en familia. Llegó mi momento, una mano dócil y pequeña me cogió, quitó con cuidad mi papel celofán y me partió en varios trozos. Me fui acercando a la boca hasta tal punto de dejar de existir, habían acabado mis primeras y últimas Navidades, las únicas que he tenido la suerte de vivir y disfrutar, pero que quedarán olvidadas en el olvido de cualquier recóndito lugar; porque la vida de los polvorones es así: dulce, laboriosa, corta... Y eso sí, muy muy intensa.


Ana Gutiérrez Aguilar 3º B